01-julio-2012
Son variadas las razones por las que un adulto se me acerca solicitándome que le enseñe computación, y en general, los principales motivos suelen ser:
- Para los que todavía están en una edad económicamente activa, porque se han dado cuenta que es una herramienta imprescindible en su actividad, trabajo o profesión, para agilizar procesos u obtener información variada.
- Para los más mayores, el mantener el contacto con familiares o amigos ya sea dentro del país o en el extranjero, es suficiente motivación, y ni hablar cuando los hijos o nietos se encuentran lejos y la camarita web permite mantener la relación de cercanía, aunque no podamos tocarlos y abrazarlos. Y también, aquellos que por motivos de salud han ido perdiendo el contacto físico con sus afectos.
Sin embargo, todos acuden con una misma sensación contradictoria: la imperiosa necesidad de acercarse a esta tecnología y el temor a su uso, por la posibilidad de dañar el equipo. Y a no dudarlo, como el costo de adquisición implica muchas veces un gran esfuerzo, el miedo puede llegar a paralizar las buenas intenciones.
Pero el miedo, se desvanece cuando le quitamos la sábana a los fantasmas así como cuando prendemos la luz del cuarto de nuestros hijos o nietos pequeños; en definitiva, cuando nos animamos...
¿Y por qué debería un adulto embarcarse en esta aventura desconocida? Algunos ejemplos válidos tanto para quienes buscan un fin práctico, como desarrollar un hobby, una actividad comercial, o estimular una habilidad, así como para quienes solo desean relacionarse con otras personas, ya sean familiares, amigos o nuevos contactos:
Miles de lugares en el mundo para encontrar: información relacionada; grupos de personas con las mismas inquietudes; compartir propuestas, dudas e ideas; compartir fotos, videos y noticias; simplemente relacionarse con otros "humanos" con iguales intereses: ¿jardinería? ¿manualidades? ¿jugar al ajedrez? ¿la pasión por un club o una marca de auto? ¿y por qué no, conversar o practicar un idioma? Y también, guía de procesos, búsqueda de información; acceso a exposiciones, ofertas ¡y mucho más!
Y regreso al título de esta nota: "una asociación saludable", porque cualquiera sea la buena razón por la que un adulto desee embarcarse en esta aventura fascinante, como consecuencia, mantendrá su mente más ágil y joven, abrirá su cerebro a nuevas posibilidades y conocimientos, se mantendrá en contacto con otras personas (de cualquier edad) con las que podrá intercambiar experiencias e ideas. Y, por supuesto, que nada podrá reemplazar el contacto físico, pero cuando las circunstancias personales hacen que esto no sea posible, siempre queda el recurso de utilizar la mente para que vuele tan alto como querramos, sin más limitaciones que nuestras propias inquietudes.
Carlos Ostrovsky